Foto:

Sí, se escucha el metro. Pero lejos. El ruido no es capaz de interrumpir nada en el lugar. Tampoco tiene algo que interrumpir. Porque nada pasa. Es vacío, amplio y está fuera de contexto. Ahí todo es aparte. Nadie habla, ni grita, ni toca la bocina. No venden el diario, ni helados, ni cigarros. Tampoco hay que hacer algo para la U, ni pagar los gastos comunes, ni ir a comprar al supermercado. Nada. Eso pasa afuera. Lejos. Y por eso estar aquí me asusta. Porque me detiene.

Me fui rápido de ese oasis de tiempo en pausa. No pude aguantar más. Pero hoy en la mañana pensé que me podría haber quedado un rato más. No sé. Me vi de nuevo en ese lugar subterraneo dando vueltas en círculos y pensando en algo para superar el miedo. Tratando de encontrar algún director que pueda aprovechar magno escenario para una buena película. Pero no lo encontré. En verdad, solo pedía una buena escena. Un buen diálogo que me ayude a pasar el miedo que estas paredes imponentes me provocan.

Escena imaginaria de un director imaginario:

Él se metió a Baquedano. Linea 5 y eran las 10 de la noche. No bajó al andén, porque antes una “foto” desvió su atención. En verdad no era una foto. Pero cuando ponía sus dedos simulando un encuadre, eso parecía. Y era buena: plano vacidísimo con altas paredes a los lados en las que colgaban blancos carteles y una chica a lo lejos los leía. Sola.

Dejó de jugar con sus manos y se acercó a ella con la excusa de leer carteles sobre bandas chilenas. Entonces la saludó:

- Hola

- Hola- apenas lo miraba

- ¿Como te llamas?

- Disculpa, pero… ¿te conozco?

- No

Calló y desvió la mirada hacia una foto de Nicole en uno de los carteles. Pero no la observaba. La chica a su lado lo tenía pendiente. Y le preguntó:

- ¿Te gusta esa?

- Sí. ¿Y a ti qué te provoca?

- Mmm. Me da miedo.

- A mí no. Yo la veo asustada a ella.

- Puede ser. Lo decía por sus ojos.

Ella se paseaba por el lugar alejándose de él. Él se le acerca. Se comía las manos por preguntarle algo y lo hace. Siempre tan explosivo.

- ¿Alguna vez haz querido pololear con alguien?

- No. Ni cagando- le responde y él se queda en silencio un buen rato.

- ¿Nunca haces una pregunta de vuelta? ¿Cómo para romper el silencio?- ella sonríe y después ríe.

Se quedó callada y fue a otro lado del lugar. A leer otro cartel en la pared del frente. Nadie más pasaba por ahí. El ruido del metro, a lo lejos, era lo único que se escuchaba. Él la dejó respirar un rato y luego le preguntó:

- ¿Nunca piensas en entregarle mucho cariño a una sola persona?

- No, para qué. Me basta con el cariño que reparto entre la gente que más quiero.

Él, como pocas veces, la dejó de mirar y bajó la vista. Sus ojos algo decían. Él no lo sabía.

- ¿Vas a llorar?- advirtió ella- No, no, no. Porfa, no lo hagas.- y lo abraza

- No, estay loca. No, ni cagando- sí. Ni cagando. Pero en sus ojos había pena.

Cuando se despidieron lo hicieron con un beso en cada mejilla. Él pensó que fue un gesto a la europea y apuró el paso para llegar a su casa sin antes morir de frío. Tratando de imaginar cual sería la foto de la próxima cita.